A inicios de marzo, mientras como programa PAS Maule (que trabaja con niños y niñas que han realizado alguna práctica abusiva sexual a otros niños) nos encontrábamos planificando el trabajo anual, comenzamos a conocer términos nuevos, tales como coronavirus, pandemia, cuarentena. Con incredulidad y temor veíamos lo que ocurría en otros países, preguntándonos cuál sería el panorama de Chile y cómo seguiríamos con nuestras actividades laborales. Asimismo, prontamente surgió otro término desconocido: trabajo remoto o teletrabajo.
A partir de ello, nuestra forma de desempeñarnos sin duda que cambió. Asumimos el desafío de dar continuidad a los procesos reparatorios de niños, niñas y sus familias, pero en modalidad online, desde nuestras casas, utilizando toda nuestra creatividad para desarrollar procesos acordes a sus necesidades, respetuosos de sus derechos, y asegurando condiciones de protección ante eventuales vulneraciones. Cambiamos el habitual espacio terapéutico, que eran las salas de atención del programa PAS, por las casas de los niños y niñas, debiendo entrar en la intimidad de su hogar, y comenzamos también a utilizar videollamadas desde un computador o celular.
Hoy, varios meses después y a partir de los desafíos descritos, los aprendizajes han sido variados y constantes, pero el principal tiene relación con que esta pandemia ha sido una oportunidad para estrechar vínculos con las familias que atendemos, las cuales han sido generosas en permitirnos entrar en la intimidad de su hogar, presentarnos a los integrantes del grupo familiar, mostrarnos los espacios que comparten, y contarnos cómo desarrollan su día a día. Y si bien existen momentos complejos que interfieren en el desarrollo de las sesiones (por factores externos y que no están bajo nuestro control), ha sido maravilloso no solo poder dar continuidad a la intervención psicoterapéutica, sino que acompañarlos durante este tiempo tan difícil, donde están llenos de temores y dudas, y donde, a decir verdad, ha surgido un acompañamiento mutuo, pues ha existido una preocupación genuina y cariñosa de los niños, niñas y sus familias también hacia nosotros.
*Sara Torres, Psicóloga del Programa PAS Maule