Han pasado cuatro meses desde que la autoridad determinó el cierre de escuelas y parques. Dos, desde que regiones como la Metropolitana están en confinamiento total y con permisos restringidos a dos semanales por persona. Niños, niñas y adolescentes han perdido elementos fundamentales para su desarrollo, como el contacto con sus escuelas, amigos y familiares significativos. Pese a ello, en todo este tiempo, no se les ha dedicado ninguna vocería oficial.
Pareciera que nadie los ve. La autoridad solo los menciona si se trata de advertirles que no se puede perder el año escolar o para referirse a la realización de pruebas estandarizadas de rendimiento. Como si no estuviéramos en medio de la crisis sanitaria más grande de los últimos 100 años, o que ello no significara mucho para miles de niños, niñas y adolescentes que miran a través de sus ventanas cómo las mascotas sí tienen permiso para salir a pasear.
Es urgente enmendar la ausencia de una perspectiva de niñez en la implementación de medidas de desconfinamiento. Considerando, por ejemplo, una franja horaria o permisos para que niños y niñas puedan salir de sus casas de la manera más segura posible, incluso antes de anunciar un eventual retorno a clases presenciales. Lo que está en juego es su salud mental y emocional y el ejercicio de derechos fundamentales para su desarrollo, como la recreación y la vida familiar.
Si niños y niñas de verdad “están primero” para la autoridad, incorporar medidas que protejan su salud y derechos debe ser una primera prioridad.
*Camila De la Maza, Coordinadora de Seguimiento Legislativo en Corporación Opción