La transición desde los cuidados alternativos hacia la adopción

La palabra Transición, del latín «transitĭo», es la acción y efecto de pasar de un estado a otro distinto. El concepto implica un cambio en un modo de ser o estar. Por lo general, se entiende como un proceso con una cierta extensión en el tiempo.

En los procesos adoptivos, los niños y niñas están “transitando” o “mudándose desde un sistema de cuidado alternativo- residencias o familias de acogidas hacia un sistema de cuidado definitivo como es la familia adoptiva.

La transición adoptiva puede estar colmada de emociones ambivalentes e inclusos contradictorias para el niño o niña: con deseos de vincularse y ser querido, con tristeza y miedo de dejar lo que era familiar, con expectativas de comprender y cumplir las nuevas rutinas y normas, vivenciando un torbellino emocional.

En ese contexto, cabe preguntarse ¿Cuáles son los aspectos a atender para que este tránsito sea lo más respetuoso posible con el niño? ¿Cómo puede el entorno facilitar este tránsito? ¿Cuál debería ser la actitud de los sistemas de cuidados alternativos y familias adoptivas?

La respuesta es poner al niño o niña al centro de este proceso con adultos que generen espacios para el ejercicio de sus derechos: considerar su ritmo y necesidades, tender a la progresividad, pedir y escuchar su opinión, que se sienta partícipe en las decisiones que se tomen, realizando ritos de cierre o bien estableciéndose modalidades de contacto con aquellos vínculos significativos o lugares que formaron parte de su cotidianeidad escuela, amigos, mascotas, incluso objetos y pertenencias. Dando continuidad a algunas tradiciones o rutinas que tenía en su anterior contexto relacional; y creando paulatinamente nuevos rituales que facilitarán la integración y el sentido de pertenencia a la nueva familia.  Un camino que debe ser acompañado por otros, por los que lo cuidaron y los que lo cuidarán: el niño debe sentir que está recibiendo el “permiso” de las personas que lo o la la cuidaron para conocer y construir un vínculo con la nueva familia, con adultos atentos, sensibles y disponibles a leer sus conductas y entregar calma ante la ansiedad.

María Virginia Guzmán, Directora PRI Santiago