El Comité de los Derechos del Niño, en sus recomendaciones al Estado chileno (2015), manifestó su preocupación por los altos niveles de violencia en los entornos educativos, en particular de actos de intimidación homofóbica y transfóbica, y la persistencia de actitudes de discriminación hacia la niñez homosexual, bisexual y transgénero.
Al respecto, en el contexto post pandémico los indicadores de Desarrollo Personal y Social que complementan los datos académicos de SIMCE (2022) vinculados a clima de convivencia escolar, muestran un alarmante aumento de la percepción de discriminación entre el estudiantado, por ejemplo, en 2° medio, frente a la pregunta “Me siento discriminado por mi personalidad” que subió de un 23% en 2018 a un 31% en la última medición. Por tanto, existe en nuestro país una evidente agudización de las experiencias discriminatorias, especialmente en relación a la vulnerabilidad específica de la niñez y adolescencia LGBTIQ+, quienes, según diversos estudios, presentan mayores índices de maltrato en contextos de hogar y escolares, así como sintomatología psicológica que, en algunos casos, deriva en conductas lesivas y comportamientos suicidas.
Aun cuando se cuenta con la Ley N° 21.120 (2019), cuyo avance más significativo ha sido reconocer el concepto de identidad y expresión de género más allá del sexo biológico, como sociedad estamos desafiados a revisar profundamente nuestra manera de convivir, nuestras prácticas adultocéntricas, y cómo estamos garantizando el respeto al derecho a la identidad, tanto en la escuela como en todos los contextos sociales y de hogar. Esto favorecerá un clima de inclusión y respeto en la sociedad en su conjunto para hacer verdaderamente efectiva la celebración de la diversidad.
Cynthia González, Coordinadora Unidad de Participación Corporación Opción