Opción desarrolló un Conversatorio enfocado en la violencia estructural que sufre la mujer en Chile

Con la destacada presencia de Lorena Fries, Presidenta de Corporación Humanas; Debbie Guerra, académica de la Universidad Austral; e Ignacio Larraechea, Fundador de ETICOLABORA; Corporación Opción llevó a cabo ayer el Conversatorio virtual “Violencia de Género”, que fue visto por alrededor de 90 personas.

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Como punto inicial de la conversación, Camila De la Maza, Coordinadora de Seguimiento Legislativo de Opción y moderadora del evento, recordó la sentencia en que, en el año 2006, la Corte Interamericana de Derechos Humanos señaló que en México existía –y existe– una discriminación estructural hacia la mujer. Lorena Fries indicó que esta afirmación también es válida para Chile: “La violencia de género no es un acto individual, sino que es un contexto en que las mujeres crecemos y socializamos desde chiquititas y hasta adultas mayores. En esos términos, la indicó que las mujeres sufrimos una discriminación sistémica, lo que implica que esta permea las dimensiones política, económica y cultural. La superestructura que es el Estado refleja algo que ya está en la sociedad, que es la organización social en base al género. Si en esa organización las mujeres tenemos un lugar asimétrico respecto a los hombres, que se sostiene por relaciones de poder y subordinación hacia las mujeres, eso también se va a expresar en las leyes, en los procedimientos y en el Estado, y eso configura la forma de mirar el mundo desde estas estructuras”.

“El entender la violencia contra la mujer como una violencia estructural implica reconocer que estamos en una sociedad desigual, que se basa en la división sexual del trabajo y que sustenta la desigualdad contra la mujer a una relación subordinada. En ese contexto, se produce una estratificación de género donde mujeres y hombres tenemos un acceso diferenciado a los recursos que la sociedad valora. Esos recursos no son solo materiales, sino también y especialmente simbólicos, como el prestigio y la libertad”, añadió Debbie Guerra.

Otro de los temas abordados en el Conversatorio fue el rol que tienen lo masculino en la prevalencia de un sistema violento hacia las mujeres. “La conversación sobre las nuevas masculinidades, o masculinidades alternativas, está creciendo en todo el mundo. Nos estamos preguntando qué es ser hombre, tratando de deconstruir una masculinidad que muchos llaman tóxica, porque exalta la virilidad y valida la violencia como parte de las relaciones humanas. Los hombres perpetuamos esta violencia en todo lo que hacemos todos los días, en nuestro lenguaje, empresas, en el poco poder que le damos a la mujer”, comentó Ignacio Larraechea. “Desde los estudios de la masculinidad se plantean estos mandatos, este patrón hegemónico, que además no todos los hombres pueden cumplir, porque los estándares son muy altos. La violencia es un elemento estructural en la construcción de la identidad masculina y femenina. El hombre construye su identidad no en relación con la mujer, sino mirándose en relación con otros hombres, porque tienen que probar que son hombres, y ese probar significa cumplir con el mandato de ser exitoso, fuerte, deportivo y tener control sobre el mundo, dominio sobre las mujeres. Hay una cuestión muy perversa en nuestras lógicas de género”, añadió la docente de la Universidad Austral.

Acerca de la alta cantidad de víctimas de femicidio y violencia intrafamiliar en Chile, la Presidenta de Humanas indicó: “El Estado tiene una deuda importante, y es que estamos llegando tarde a la violencia contra las mujeres, cuando ya las han violentado, violado y asesinado. Hay una deuda en el tema de la prevención. También con lo que desde el Movimiento Feminista se ha levantado como la educación sexual. Falta diligencia del Estado para pensar que aquí se requiere una transformación en la cultura, no solo en las leyes, y que lleguemos a tiempo es un tema central”. Frente a las posibilidades de que este cambio se produzca, Debbie Guerra destacó la relevancia que tiene el plebiscito que se realizará el 25 de octubre en nuestro país: “A esa votación el Movimiento Feminista debería llevar una capacidad de articulación política que signifique que podemos empezar a transitar en los próximos años hacia algún tipo de transformación, por lo menos a establecer cuáles son los nudos críticos para la desigualdad que viven las mujeres y que estos sean recogidos en el proceso constituyente”.